«El cuerpo es el templo del alma, y el yoga es la oración que lo mantiene puro y equilibrado»

 Las enfermedades no surgen únicamente por factores externos, sino por desequilibrios internos —tensión emocional, hábitos erróneos, respiración alterada y desconexión entre cuerpo y mente. El yoga, si se practica con sinceridad, regularidad y discernimiento, no sólo fortalece el cuerpo, sino que también armoniza la mente y despierta la inteligencia interior.

No existe una postura mágica que cure por sí sola. Es la secuencia correcta, ejecutada con precisión, atención y sensibilidad, actúa como medicina.

Las posturas no son meros ejercicios físicos, son vehículos para penetrar en las capas más profundas del ser.

Asanas como Sarvangasana (postura sobre los hombros) equilibran el sistema endocrino;

Paschimottanasana calma el sistema nervioso;

Savasana, bien comprendida, ayuda al cuerpo a entrar en un estado de regeneración profunda.

Cuando un órgano está enfermo, el resto del cuerpo también se ve afectado.

 El yoga busca reestablecer la comunicación entre todas las partes. Por ejemplo, si el hígado está alterado, se modifican ciertas posturas para aliviar la presión, permitir el flujo de sangre adecuado y relajar la tensión en la zona. Se utilizan soportes —mantas, bloques, cinturones— no como comodidades, sino como herramientas para que la postura sea accesible y terapéutica, sin crear fatiga ni agravar la dolencia.

pranayama:

Una respiración agitada refleja una mente agitada.

La respiración, a través del pranayama, también cumple un rol esencial. Mediante la regulación del aliento, se calma el sistema nervioso, se purifica la sangre y se revitalizan los órganos. Pranayama debe enseñarse con sumo cuidado, especialmente en personas enfermas, porque la respiración incorrecta puede agravar el problema.

Sin embargo, el yoga no reemplaza a la medicina cuando ésta es necesaria. Lo complementa. Nos ayuda a comprendernos, a reconocer los primeros signos de desequilibrio y a vivir de manera más consciente. La verdadera curación no es solo la desaparición del síntoma, sino el regreso a un estado de integración, ligereza y paz interior.

El yoga, cuando se practica con devoción y disciplina, no solo cura el cuerpo: transforma al practicante en su totalidad. Es un arte, una ciencia y una filosofía que nos conduce hacia la libertad.